Impacto de la actividad física en el cáncer de próstata
Autor: Dr Gilberto E. Chéchile Toniolo. INSTITUTO MEDICO TECNOLOGICO. PROSTATE INSTITUTE. BARCELONA
El cáncer de próstata es el segundo tumor en frecuencia en los países occidentales y la quinta causa de muerte por cáncer entre los hombres de todo el mundo. En 2012 se diagnosticaron más de un millón de nuevos casos de cáncer de próstata en el mundo y ese año murieron 300.000 hombres por ese tumor. Se calcula que para el año 2035 se diagnosticarán más de 2 millones de nuevos casos de cáncer de próstata y morirán 600.000 varones debido al aumento de la población y al envejecimiento (1). El cáncer de próstata afecta generalmente a hombres de edad avanzada y las medidas preventivas han sido escasas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define actividad física como los movimientos del cuerpo realizados con los músculos esqueléticos y que requiere gasto energético. Se considera actividad física caminar, correr, nadar, andar en bicicleta. La actividad física se puede realizar con una ocupación, transporte, tiempo libre o actividad doméstica. Por otro lado, el ejercicio físico es una actividad que es planeada y estructurada cuyo objetivo es aumentar o mantener el buen estado físico. Se considera ejercicio físico el levantamiento de pesos o la actividad aeróbica continua o intermitente como el correr, remar, ciclismo (2). La actividad física tiene efectos beneficiosos en la fisiología, peso y composición del cuerpo, calidad de vida, sistema inmunitario y cardio-respiratorio, regulación de la insulina y de las hormonas sexuales, etc.
Los primeros estudios que relacionaban la actividad física con la progresión de los tumores se realizaron con cáncer de mama y de colon.
La primera relación directa entre actividad física y menor mortalidad por cáncer de próstata se publicó en 2011 (3). Analizando 2705 hombres con cáncer de próstata se demostró que los que realizaban más de 3 horas de ejercicio físico intenso por semana presentaban menor mortalidad por cáncer que los que realizaban menos de una hora por semana. En otro estudio observacional con 1455 hombres con cáncer de próstata clínicamente localizado, los que caminaban más de 3 horas por semana a paso rápido tenían 57% menor probabilidad de que el cáncer progresara comparada con los que caminaban menos de 3 horas por semana (4).
Estudios
Varios estudios iniciales sugieren que el ejercicio físico vigoroso reduce al riesgo a desarrollar cáncer próstata entre 10% y 30%.
En un estudio de meta-análisis publicado en 2016 se incluyeron 16 estudios aleatorizados que valoraron 1574 hombres con cáncer de próstata en todos los estadios seguidos entre 8 semanas y 12 meses. Los autores concluyen que la actividad física mejora la calidad de vida de los pacientes y la fatiga (5).
En un estudio prospectivo realizado en Estados Unidos con hombres diagnosticados de cáncer de próstata y seguidos durante casi 20 año se analizó la asociación entre actividad física recreativa (la más frecuente fue caminar) antes y después del diagnóstico y mortalidad por cáncer de próstata (6). Entre los hombres diagnosticados de cáncer de próstata sin metástasis, los que realizaban los mayores niveles de actividad física antes del diagnóstico (entre 4 y 5 horas por semana) tenían 37% menor probabilidad de progresión de la enfermedad que los hombres sedentarios. Los que habían iniciado la actividad física después del diagnóstico de cáncer de próstata también presentaron menor probabilidad de progresión que los que no habían incorporado el ejercicio.
En una búsqueda sistemática de los artículos publicados entre 1996 y 2016 se encontraron 82 estudios sobre el impacto de la Actividad física en pacientes con cáncer de próstata (7). En 7 estudios se observó aumento del riesgo, en 31 estudios no se observó una clara relación, en 24 estudios se detectó una tendencia a disminución del riesgo y en 21 estudios se observó un descenso significativo (entre 10% y más de 30%) del riesgo a desarrollar cáncer de próstata en la mayoría de los individuos analizados. La edad óptima para iniciar la prevención fue 20 años. En general el beneficio fue mayor cuanto más vigorosa era la actividad física desarrollada. También se ha observado que la actividad física es beneficiosa para prevenir la recidiva de la enfermedad y para mejorar la sobrevida tras el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de próstata.
Recientemente se realizó un estudio para valorar el efecto que los diferentes tipos e intensidades del ejercicio y el momento en que se realizaba la actividad física tenían sobre la sobrevida del cáncer de próstata (8). El estudio se realizó en Alberta (Canadá) con 830 casos de cáncer de próstata incidental estadio II-IV diagnosticados entre 1997 y 2000 y que fueron seguidos durante 17 años. Se registró la actividad física que realizaban antes del diagnóstico y durante el seguimiento se registró la actividad en 3 ocasiones. Se observaron 458 muertes de las cuales 170 fueron por el cáncer de próstata. Se observó recidiva o progresión del cáncer en 239 casos. Una mayor actividad física post-diagnóstico se asoció con un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa y por cáncer de próstata. Además, cuanto más intensa era la actividad física, la sobrevida era mayor. Los autores observaron además que solo con reducir el sedentarismo no se aumentaba la sobrevida de los pacientes sino que para observar los efectos positivos los pacientes debían realizar actividad física intensa (ejercicio aeróbico, levantamiento de pesas).
Los mecanismos por los cuales la actividad física ejerce los efectos beneficiosos en el cáncer de próstata no han sido completamente estudiados. La mayoría de los estudios se han realizado en animales de experimentación o en células de cáncer de próstata. En un estudio experimental en el cual se puso en contacto a células de cáncer de próstata con el suero humano obtenido después de haber realizado ciclismo durante 60 minutos se observó 31% de inhibición del crecimiento celular (9). En otro estudio en el cual las células de cáncer de próstata se pusieron en contacto con el suero de hombres que hacían ejercicio aeróbico 5 días por semana se observó que disminuía el crecimiento celular y se incrementaba la apoptosis (muerte celular inducida) (10). Se detectó disminución del gen Bcl-2 que es una proteína que bloquea la apoptosis. En un estudio con ratones se observó que en los que realizaban ejercicio físico y dieta se detenía el crecimiento del tumor a través de la movilización de las células natural Killer (NK) (11).
Se ha demostrado que el músculo esquelético tiene funciones endocrinas ya que cuando se produce ejercicio físico sobre todo de resistencia se liberan unas proteínas llamadas miosinas. Se especula que los efectos del ejercicio se trasmiten al resto del organismo a través de las miosinas (12). Por otro lado, el ejercicio reduce el peso corporal y el contenido de gasa del organismo. Esta disminución de la grasa afecta el metabolismo de la insulina que a su vez altera los niveles de glucosa y de las hormonas sexuales en sangre. La disminución de la grasa corporal altera los niveles de adipocinas al aumentar la adiponectina y disminuyendo las adipocinas pro-inflamatorias (13). La adiponectina es una adipocina con efecto antitumoral, anti-proliferativo y anti-inflamatorio.
Otros mecanismos implicados en el beneficio del ejercicio físico serían la disminución de la inflamación, estimulación del sistema inmunitario aumento de los genes supresores tumorales p53, p21, caspasas, , disminución de los genes que estimulan los tumores (Bcl-2, IGF-1, EGF), aumento de la secreción de hormonas sexuales (testosterona, dihidrotestosterona, receptor de estrógenos), disminución del PSA y disminución del stress oxidativo (2).
Estos resultados muestran que se debería incorporar el ejercicio físico personalizado en los pacientes con cáncer de próstata.
Referencias
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- Wekesa A, Harrison M, Watson RW. Physical activity and its mechanistic effects on prostate cancer. Prostate Cancer Prostatic Dis 2015; 18: 197-207.
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- Richman EL, Kenfield SA, Stamper MJ, et al. Physical activity after diagnosis and risk of prostate cancer progression data from the Cancer of the prostate Strategic Urologic Research Endevoar. Cancer Res 2011, 71: 3889-95.
- Bourke L, Smith D, Steed L, et al. Exercise for Men with Prostate Cancer: A Systematic Review and Meta-analysis. Eur Urol 2016; 69: 693-703.
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- Rundqvist H, Augsten M, Stromberg A, et al. Effect of acute exercise on prostate cancer cell growth. PLoS One 2013; 8: e67579).
- Barnard RJ, Leung PS, Aronson WJ, et al. A mechanism to explain how regular exercise might reduce the risk for clinical prostate cancer. Eur J cancer Prev 2007; 16: 415-21.
- Pedersen L, Idorn M, Olofsson GH, et al. Voluntary Running Suppresses Tumor Growth through Epinephrine- and IL-6-Dependent NK Cell Mobilization and Redistribution. Cell Metab 2016; 23:554-62.
- Catoire M, Mensink B, Boekschoten MV, et al. Pronounced effects of acute endurance exercise og gene expression in resting and exercising human skeletal muscle. PLoS One 2012; 7: e51066.
- Thompson D, Karpe F, Lafontan M, Frayn K. Physical activity and exercise in the regulation of human adipose tissue physiology. Physiol Rev 2012; 36: 2372-79.
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