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La dieta en el cáncer de vejiga

Autor: Dr. Gilberto E. Chéchile Toniolo. Instituto Médico Tecnológico. Prostate Institute Barcelona.

Introducción
El cáncer vesical ocupa en España el quinto lugar en frecuencia en hombres y mujeres, mientras que es el noveno tumor más frecuente en el mundo. La incidencia del cáncer de vejiga es particularmente elevada en los varones (77% de los casos) y es tres veces más frecuente en los países desarrollados que en los subdesarrollados (1). En el mundo se afectan 9 de 10.000 varones y 2,2 de 10,000 mujeres.

La principal causa conocida del cáncer vesical es el tabaco, responsable del 40% de los casos diagnosticados. En la orina de fumadores se han detectado más de 60 sustancias carcinógenas que pueden afectar las células uroteliales que recubren el aparato urinario.

Otros factores relacionados con la aparición del cáncer vesical son la exposición a sustancias químicas como pinturas, disolventes, tintes, gomas, caucho, aminas aromáticas, hidrocarburos policíclicos, parásitos (esquistosomiasis) fundamentalmente en países de África y en ciertas regiones de América Latina, quimioterápico (ciclofosfamida) El factor genético explicaría solamente el 7% de los casos de cáncer vesical. Algunos estudios han mostrado que los portadores de algunas cepas de alto riesgo del virus del papiloma humano (HPV) tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de vejiga. Otros factores de riesgo relacionados con la aparición de cáncer vesical son: consumo de alcohol, baja ingesta de frutas y verduras, consumo de agua con contaminación química (2).

Dado que hasta el 50% de los cánceres vesicales se reproducen a lo largo de la vida del paciente, requiriendo sucesivos tratamientos, el coste sanitario es muy elevado. Por ello, la prevención primaria es de gran importancia sobre todo porque muchos de los factores de riesgo son modificables y por lo tanto prevenibles.

La American Cancer Society recomienda para reducir el riesgo de cáncer vesical:
a- mantener un peso corporal saludable;
b- realizar ejercicio físico;
c- consumir una dieta saludable aumentando la ingesta de frutas y verduras;
d- evitar el consumo de tabaco;
d- limitar el consumo de alcohol.

Dieta
La variación hasta en 20 veces en el riesgo de muchos cánceres en las diferentes regiones geográficas sugiere que los factores ambientales como la dieta pueden ser importantes en las respectivas etiologías de los cánceres. Se ha estimado que hasta el 30% de los cánceres pueden ser explicados por la dieta y que el consumo de frutas y vegetales podrían potencialmente prevenir entre 5% y 12% de los tumores (3). Las frutas y verduras son una fuente rica de nutrientes (vitaminas, carotenoides y fitoquímicos) que tienen propiedades antitumorales. Estas sustancias tienen actividades antioxidantes y antiproliferativas, estimulan el sistema inmunitario y la síntesis del ADN y modulan las concentraciones de hormonas esteroideas.

El elevado contenido de antioxidantes de las frutas y verduras pueden reducir y prevenir el daño oxidativo causado por el tabaquismo. Los fumadores son los que más se benefician del consumo de frutas y verduras dado que en ellos se ha observado que los niveles de antioxidantes son más bajos que en los no fumadores y porque el cáncer de vejiga se asocia al consumo de tabaco.

En un estudio de meta-análisis realizado por Yao en el que se analizaron 31 estudios observacionales que incluyeron 12,610 casos y más de un millón de participantes se observó que la ingesta de frutas y verduras ejercía un efecto protector en el cáncer de vejiga (4). Las verduras crucíferas (coliflor, brócoli, repollos, coles, kale, etc.) y las verduras amarillas/naranjas fueron las que más protegían contra la aparición o la recidiva del cáncer de vejiga. Dentro de la frutas, las que ejercen un efecto protector son los cítricos.

En un estudio de meta-análisis realizado por Al-Zalabani se estudiaron los factores de riesgo modificables para la prevención del cáncer vesical (5). Se analizaron 82 artículos que reunían las condiciones de calidad pre-establecidas. Globalmente, el consumo de frutas reduce la aparición de cáncer de vejiga y la mayor disminución se observó con el consumo de naranjas, limones, pomelos y limas. En lo que respecta a las verduras, el consumo de verduras en general y de crucíferas en particular reduce la probabilidad de desarrollar cáncer de vejiga. No se observó asociación entre el consumo de líquidos y la aparición de cáncer vesical. Sin embargo, algunos autores han observado que la ingesta de abundantes líquidos reduce la aparición de cáncer vesical al evitar que los carcinógenos que se eliminan por la orina permanezcan mucho tiempo en la vejiga. Se ha observado un papel protector del té en la aparición de cáncer vesical. No se observó asociación entre el consumo de café o refrescos carbonatados con azúcar y el cáncer vesical.

Mientras que el consumo de leche entera se relaciona con un aumento significativo en la incidencia de cáncer vesical, el consumo de leche desnatada o fermentada la disminuye (6). No se observó asociación con el consumo de pescado. El consumo de carnes procesadas (embutidos, ahumados, etc) aumenta el riesgo a desarrollar cáncer vesical (7).

No se observó asociación entre el consumo de alcohol y el cáncer vesical. En lo que respecta al consumo de huevos no se detectó asociación significativa con el cáncer de vejiga, sin embargo cuando se consideraron los métodos de cocción se observó que el consumo de huevos fritos se relacionaba con un riesgo aumentado de cáncer vesical (8). No se observó relación entre la aparición de cáncer vesical y el consumo de café o de edulcorantes.

Dieta mediterránea, frutas y verduras
En un estudio de meta-análisis que incluyó 56 estudios observacionales con una población total de casi 1.800.000 sujetos se observó que la adherencia a la dieta mediterránea se correlacionó con menor riesgo a desarrollar cáncer de colon, mama, estómago, próstata, cabeza y cuello, páncreas y pulmón pero no se observó asociación significativa con el cáncer de vejiga (9).

En otro estudio de meta-análisis se observó que el riesgo de desarrollar cáncer vesical descendía 8% y 9% por cada 200 gramos de incremento diario del consumo de vegetales y de frutas respectivamente (10). En otro estudio meta-análisis se detectó que el consumo de vegetales de hojas verdes (espinaca, acelgas, lechugas) se asociaba con una menor incidencia de cáncer de vejiga (11). El consumo de 2 tazas de vegetales de hojas verdes por día reduce hasta en 20% el riesgo a presentar cáncer vesical. Las hojas verdes contienen elevadas concentraciones de vitaminas como ácido ascórbico, beta caroteno y ácido fólico. Estas sustancias son beneficiosas para el sistema inmunitario y actúan como antioxidantes que protegen el daño oxidativo del ADN con lo que se ayuda a prevenir el cáncer vesical.

Verduras crucíferas
Varios estudios epidemiológicos han mostrado que el consumo de verduras crucíferas como coliflor, brócoli, repollo, kale, todas las variedades de coles (de Bruselas, lombardas, rizadas, chinas), rábanos se asocia con menor riesgo de desarrollar cáncer de vejiga (12). En un estudio con 275 casos con cáncer vesical se observó una asociación inversa significativa entre el riesgo de cáncer vesical y el consumo de verduras crucíferas crudas (13). En un estudio prospectivo con más de 47.000 hombres durante más de 10 años se observó que el consumo de crucíferas se asociaba con una menor incidencia de cáncer vesical (14). En un estudio meta-análisis también se observó un descenso en la aparición de cáncer vesical si se incrementaba el consumo de crucíferas (15).

En un estudio retrospectivo con 239 pacientes con cáncer vesical el consumo de brócoli se asociaba significativamente con una disminución en la mortalidad por cáncer de vejiga (16). Los individuos que consumían más brócoli crudo mostraban una disminución mayor de dos veces en el riesgo de morir por cáncer vesical, además también se observó disminución en la mortalidad por cualquier causa. Estos resultados no fueron reproducidos con otras verduras crucíferas. En un estudio caso control se observó que el aumento en el consumo de verduras crucíferas se asociaba con una disminución de 29% en el riesgo de desarrollar cáncer vesical (17).

Las crucíferas poseen unas sustancias llamadas glucosilonatos que son los causantes del olor y sabor característico de esta familia de verduras. Cuando las paredes de las células del vegetal se rompen con la masticación actúa una enzima llamada mirosinasa que convierte los glucosilonatos en isotiocianatos que son las sustancias con verdadera capacidad anti cáncer. Aproximadamente el 70% de los isotiocianatos de las crucíferas se eliminan exclusivamente por la orina a las 12 horas de haberlas ingerido. En un estudio con animales de experimentación se observó que la ingestión de brócoli disminuía en 61% la formación de tumores vesicales (18).

En otro estudio realizado en ratas se mostró que si se administraba isotiocianatos por boca a los animales, se impedía el desarrollo de cáncer en la vejiga en los animales pero no se producían efectos en las células de cáncer vesical implantados debajo de la piel (19).

Dentro de las propiedades anti cáncer de las crucíferas se destacan:
a- antiangiogénesis (evita que los tumores produzcan sus propios vasos sanguíneos para asegurarse el crecimiento);
b- detoxificantes (ayuda al organismo a eliminar los carcinógenos);
c- prevención del daño celular producido por los carcinógenos y los radicales libres,
d- detienen el ciclo celular;
e- promueven la apoptosis (suicidio de las células tumorales) y finalmente;
f- antiinflamatorias.

Las verduras crucíferas no deben ser hervidas, deben consumirse crudas, al vapor o salteadas ya que las altas temperaturas destruyen los isotiocianatos y la mirosinasa perdiendo de esta manera sus propiedades anti cáncer. El contenido de isotiocianatos del brócoli es 40% mayor que en el repollo y más de dos veces mayor que en la coliflor. Otros compuestos con potencial anti cánceres presentes en las crucíferas son: vitaminas, índoles, fibra vegetal y otros fitoquímicos que podrían actuar en forma independiente o asociada a los isotiocianatos.

Ajo
Varios estudios han mostrado que el ajo es un potente detoxificador de los carcinógenos químicos por lo que previene la aparición de tumores y puede inhibir directamente el crecimiento de las células malignas (20). Los compuestos con grupos sulfuro presentes en el ajo tiene propiedades de estimulación del sistema inmunitario a través de la activación de las células natural killer y de los linfocitos y macrófagos y del aumento de la producción de interleucina II (IL-2) y de gamma interferon (21). Desde hace miles de años el ajo se ha utilizado como un remedio ya que libera compuestos con sulfuro como la alliina, allicina, dialil-polisulfidos y S-allicisteína. La alliina es la sustancia que le confiere el típico olor. Cuando el ajo es picado o masticado la alliina se convierte en allicina por acción de la enzima alliinasa. La allicina es muy inestable por lo que rápidamente se convierte en diallil sulfido (DAS), diallil disulfido, (DADS), diallil trisulfido (DATS) y otros allil polisulfidos. Estos sulfidos tienen propiedades antitumorales sobre varios cánceres al detener el ciclo celular e inducir el suicidio de las células malignas (apoptosis) (22). La inyección de extracto de ajo en el interior de tumores de vejiga implantados en ratas mostró reducción significativa del crecimiento tumoral, necrosis e infiltración con macrófagos y linfocitos lo que sugiere que se produce una respuesta del sistema inmunitario (23).

En un modelo experimental con ratones, la inyección de extracto de ajo en el interior de los tumores de vejiga implantados debajo de la piel fue altamente efectiva para reducir el crecimiento de los tumores y los resultados fueron similares a los obtenidos con la inyección de BCG (24). Sin embargo, la inyección repetida de extracto de ajo en el interior de los tumores implantados debajo de la piel de los ratones fue tóxica ya que murieron el 42% de los animales tratados. Cuando el extracto de ajo se agregaba al agua que consumían los ratones, se observó que se inhibía el crecimiento de los tumores según la dosis de ajo administrada y que aumentaba la sobrevida de los ratones. No se observó toxicidad del extracto de ajo administrado por vía oral.

En un estudio experimental se observó que si se trataban células de cáncer vesical T24 con uno de los mayores componentes del ajo, diallil trisulfido (DATS) se detenía el crecimiento celular y las células presentaban características de apoptosis (muerte celular auto-inducida) (25). El tratamiento con DATS reducía la expresión de los genes anti-apoptosis Bcl-2 y Bcl-xL e incrementaba la expresión de los genes pro-apoptosis Bax. También se activaban la caspasa 8 y 9 que participan en la apoptosis. Si por el contrario se bloqueaba la activación de las caspasas se observó que se inhibía la apoptosis y se reactivaba el crecimiento de las células tumorales.

En otro estudio experimental con células de cáncer vesical EJ se observó que el extracto de ajo detenía su crecimiento a través de la detención del ciclo celular, sin que se afectara la viabilidad ni el crecimiento de las células uroteliales normales (26). Además se observó que el extracto de ajo impide la migración y la invasión de las células de cáncer vesical y bloquea la actividad metastásica.

Cúrcuma
La curcumina es un colorante amarillo natural procedente de la planta Cúrcuma longa, cultivada principalmente en la India. La especia es un componente fundamental del curry, al que confiere su color característico. Se utiliza también como colorante de mostazas, en preparados para sopas y caldos entre otros.

Se ha demostrado que la cúrcuma tiene efectos anti-cancerígenos y además es segura y con pocos efectos secundarios. Sus principales efectos son:
a- antioxidante (disminuye los radicales libres);
b- antiinflamatorio;
c- inductor de apoptosis (suicidio de la célula maligna);
d- desintoxicación de las enzimas hepáticas;
e- inhibición de la invasión tumoral;
f- evita las metástasis y
g- impide la formación de nuevos vasos por el tumor (angiogénesis).

Varios estudios in vitro e in vivo indicaron que la cúrcuma posee potencial para prevenir y tratar varias enfermedades crónicas incluyendo múltiples tipos de cánceres. En un estudio con ratas a las que se les había inducido cáncer vesical con la inyección de N-metil-N-nitrosourea se observó que la cúrcuma inhibe el crecimiento y la invasión de las células de cáncer vesical probablemente deteniendo el ciclo celular e induciendo la apoptosis (27).

Además se ha observado que la cúrcuma disminuye la expresión de las proteínas anti-apoptóticas Bcl-2 e incrementa la expresión de las proteínas pro-apoptóticas Bax. Por estos efectos, la cúrcuma en un candidato destacado para el desarrollo de estrategias en el tratamiento del cáncer.

En un estudio con células de cáncer vesical humano, se observó que la asociación de cúrcuma y el quimioterápico cisplatino tenían efectos anti-oxidantes sinérgicos y que ambos tratamientos inducía la muerte de las células de cáncer vesical (28). Aunque la cúrcuma sola mostró un poder antitumoral limitado, la asociación con cisplatino potencia la inducción de apoptosis. Recientemente se ha demostrado que la inhibición que produce la cúrcuma en el desarrollo de cáncer vesical se hace a través de la supresión de la expresión del factor de crecimiento insulínico (IGF2) (29).

Granada
La importancia de la granada como planta medicinal se ha visto reforzada últimamente por estudios científicos que demuestran significativos efectos antioxidantes, antiinflamatorios y antitumorales (30). Estudios iniciales han mostrado que diferentes partes de la granada (fruta, pieles, cáscara, semillas, etc.) al natural o fermentadas detienen el crecimiento de las células de varios cánceres como el de mama, próstata, colon, pulmón, sin afectar a las células normales (31,32). En un estudio realizado con células de cáncer vesical humano T24 se ha demostrado que la granada detiene el crecimiento e induce la apoptosis de las células malignas (33).

Té verde
Varios estudios han mostrado que los polifenoles del te tienen efectos protectores contra algunos cánceres incluidos el cáncer de vejiga (34). Los efectos beneficiosos son atribuidos a las catequinas que presentan propiedades anti inflamatorias y antioxidantes.

Estudios epidemiológicos han mostrado que el consumo de té verde reduce el riesgo de varios tipos de cáncer. Los efectos anti cancerígenos consisten en la supresión del crecimiento tumoral y en la inhibición del desarrollo de vasos sanguíneos (anti-angiogénesis).

En un estudio de meta análisis mostró que el consumo de té se asociaba con disminución en el riesgo de cáncer vesical en países occidentales, mientras que en otro estudio se observó que el consumo de té verde reducía el riesgo de cáncer vesical en asiáticos (35,36). Por el contrario en un estudio de meta análisis publicado recientemente en el que se analizaron 25 estudios con más de 15.000 casos y más de 30.000 controles no se observaron asociaciones significativas entre el consumo de té y el riesgo a desarrollar cáncer vesical (37).

En un estudio in vitro e in vivo con células de cáncer vesical se observó que las catequinas del té verde producían disminución de la proliferación por inducción de la apoptosis (suicidio de las células malignas) sin afectar las células vesicales normales. Además se observó inhibición de la migración y de la invasión regulando la expresión del factor nuclear kappa B (NF κB) y de las metaloproteinasas (38). Recientemente, en un modelo de cáncer de vejiga inducido en ratones se observó que las catequinas del té verde reducían la proliferación y la agresividad del tumor (39). Esto se producía a través de la disminución de la actividad del factor de crecimiento de epitelio vascular (VEGF) que es el mecanismo por el cual las células tumorales desarrollan vasos sanguíneos para asegurarse el crecimiento.

Acido elágico
El ácido elágico es otro poli fenol que se encuentra en la naturaleza en los frutos rojos, granada, uvas, nueces y té verde. Varios estudios han mostrado que el ácido elágico tiene propiedades antitumorales en varios modelos animales de diferentes cánceres.

En un estudio con cuatro tipos diferentes de líneas celulares de cáncer vesical se demostró que el ácido elágico ejerce efectos anti proliferativos y además aumenta la actividad antitumoral de la Mitomicina C que se utiliza frecuentemente en el tratamiento del cáncer vesical (40). Además el ácido elágico inhibe la migración de las células tumorales, la invasión del tumor y el factor de crecimiento de nuevos vasos sanguíneos (VEGF).

Resveratrol
El resveratrol es un poli fenol natural presente en la cáscara de la una negra y en el vino tinto y se he demostrado que tiene potencial anti cáncer en varios tumores como el de próstata y mama. El tratamiento de células de cáncer vesical con resveratrol produce disminución de la viabilidad de dichas células (41). El resveratrol induce apoptosis a través de la modulación de los genes de la familia Bcl-2 y de la activación de caspasa 9 y caspasa 3. Otro de los efectos del resveratrol es la disminución de la expresión del factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF). Estos efectos sugieren que el resveratrol podría tener propiedades de quimioprevención para el cáncer vesical.

Recientemente se ha demostrado que el resveratrol inhibe la adhesión, la migración y la invasión de las células de cáncer vesical a través de inhibir la expresión y secreción de las metaloproteinasas 2 y 9 (MMP 2 y MMP9) (42).

Ácidos grasos omega-3
Los ácidos omega-3 poseen propiedades anti-inflamatorias, antioxidantes y antineoplásicas por lo que se han utilizado como agentes quimiopreventivos y terapéuticos en varios tipos de cáncer solos o combinados con fármacos o con radioterapia (43). En un estudio con ratas tratadas con omega-3 se observó que se inhibía el desarrollo de lesiones premalignas y malignas (44). Recientemente en un modelo animal de ratas a las que se les habían implantado cáncer vesical se ha demostrado que la asociación de ácidos omega-3 y atorvastatina producía efectos quimiopreventivos (45).

Vitaminas
Muchos estudios han investigado el rol de las vitaminas y los micronutrientes en la aparición, la prevención y la progresión de los tumores urológicos los resultados han sido confusos.

Vitamina A. La vitamina A es el término genérico del retinol y de los retinoides (carotenoides). Los retinoides se encuentran en el aceite de hígado de bacalao, huevos, granos, zanahorias y vegetales de hoja verde. Presentan actividad anti cáncer por sus propiedades antioxidantes, detoxificantes y pro apoptosis (promueven el suicidio inducido de las células malignas).
El consumo de vitamina A puede reducir el riesgo a desarrollar cánceres de riñón y de vejiga (46). En un estudio prospectivo, aleatorizado y multicéntrico se analizó el efecto de un análogo sintético de la Vitamina A (etretinato) en 90 pacientes con cáncer vesical superficial (Ta-T1) tratados con resección transuretral (47). Aunque el intervalo medio hasta la primera recidiva del tumor fue similar entre los que fueron tratados con el análogo de la vitamina A y el grupo control, el intervalo medio hasta la segunda recidiva fue significativamente más largo en los que lo tomaban (20,3 meses frente a 12,7 meses). Además, el número total de cirugías por paciente y año fue significativamente reducido en los hombres y mujeres que tomaban el análogo de la vitamina A. Sin embargo, se observó toxicidad cardíaca significativa en los individuos tratados con etretinato.
Se considera que la propiedad quimiopreventiva de la vitamina A puede deberse a la actividad antioxidante de los carotenoides a través de la disminución del daño del ADN inducido por los radicales libres.
En un estudio de metanálsis se observó que las concentraciones elevadas de vitamina A, carotenoides totales, alfa y beta caroteno y luteína se asociaron con un menor riesgo a desarrollar cáncer vesical (48).

Vitamina C. El ácido ascórbico es un potente antioxidante que contrarresta los efectos perjudiciales de los radicales libres disminuyendo la formación de reconocidos carcinógenos de la vejiga como son las nitrosaminas.
En un estudio de seguimiento de profesionales de la salud realizado en USA se observó una relación inversa entre el consumo de vitamina C y el riesgo a desarrollar cáncer vesical en ex fumadores y en no fumadores pero no se observó relación en los fumadores (49).
En un estudio de meta-análisis dosis-respuesta no se observó asociación entre el consumo de vitamina C y el cáncer vesical (50).

Vitamina E. Se le da ese nombre a un grupo de tocoferoles y trocotrienoles. Los alimentos con mayor contenido de esta vitamina son nueces, semillas, aceites vegetales, vegetales de hoja verde y los cereales. Todo el grupo son antioxidantes potentes y algunos tienen efectos antiinflamatorios.
Además la vitamina E regula el sistema inmunitario e induce muerte por apoptosis en las células malignas.
En un estudio epidemiológico se observó descenso en la mortalidad por cáncer vesical en los pacientes que utilizaban vitamina E durante 10 o más años (51). Sin embargo, en un estudio realizado en Finlandia con 28.000 varones fumadores no se observó protección a presentar cáncer vesical utilizando vitamina E con o sin vitamina A (52).
En el estudio de meta-análisis realizado por Chen (50) se observó que los individuos que consumían dietas ricas en vitamina E y los que presentaban niveles elevados de alfa tocoferol en plasma tenían menos probabilidad de presentar cáncer vesical y la asociación era más fuerte en el casos de los fumadores. Se debe recordar que el consumo de vitamina E en dosis muy elevadas puede aumentar el riesgo de cáncer vesical y que la sobredosis puede ser mortal (53).

Vitamina D. Está constituida por dos sustancias, la vitamina D3 (cole calciferol) y la vitamina D2 (ergo calciferol).
La vitamina D se produce fundamentalmente por la exposición de la piel al sol y además en menor medida se absorbe en el tubo digestivo fundamentalmente por los productos lácteos, huevos, aceite de pescado. La vitamina D regula el metabolismo del calcio por lo que es fundamental para el desarrollo de los huesos y además participa en funciones muy importantes del organismo como el sistema inmunitario, nervioso, endocrino y metabólico. Por otro lado, controla el crecimiento, la proliferación y la diferenciación celular e inhibe el crecimiento y la progresión de varios tumores (54).
La exposición al sol puede actuar como protección contra tumores digestivos, mama y ovario.
En un estudio realizado con ratas, la instilación de vitamina D en la vejiga de ratas que previamente habían sido expuestas a la acción de un carcinógeno se asoció con menor incidencia y menor agresividad de los tumores (55).
En otro estudio se observó que la vitamina D (calcitriol) inhibía la proliferación e inducía apoptosis en células de cáncer vesical humano (56).
En un estudio de meta-análisis se observó que el riesgo a presentar cáncer vesical era menor en los individuos con los niveles más altos de vitamina D (57).
En 3 estudios se observó una relación inversa entre los niveles de vitamina D3 circulante y la aparición de cáncer de vejiga en los individuos (58-60). El riesgo a desarrollar cáncer vesical fue mayor si los niveles de vitamina D3 eran menores de 50 nmol/L. Por otro lado, la asociación inversa entre los niveles de vitamina D3 circulante y riesgo a desarrollar cáncer vesical fue mayor en los individuos con bajos niveles de la proteína de unión de la vitamina D (59) y con los que expresaban bajos niveles del receptor del factor de crecimiento fibroblástico (FGFR) (60).
Se ha demostrado que las células de carcinoma urotelial superficial expresan receptores de vitamina D (VDR) y que el riesgo a desarrollar cáncer vesical era mayor en los pacientes con niveles más bajos de VDR (61).

La vitamina D3 aumenta la actividad antitumoral de los quimioterápicos Gemcitabina y cisplatino en modelos animales in vitro e in vivo ya que se inhibe el crecimiento de las células malignas y se incrementa la sensibilidad de las mismas por lo que se produce una mayor respuesta al tratamiento con los 2 agentes (62).
En otro estudio con un modelo animal se demostró que la combinación de vitamina D y BCG intravesical (inmunoterapia) producía aumento de la sobrevida de los animales frente a los que fueron tratados solo con BCG intravesical (63).

Consumo de carne

Varios estudios han mostrado que las dietas con elevado contenido de carne se asocian con riesgo elevado a desarrollar cáncer vesical (64).
En un estudio se evidenció que un incremento de 3% en el consumo de energía a través de proteínas animales se asociaba con un aumento de 15% en el riesgo a presentar cáncer vesical, mientras que un incremento de 2% en el consumo de energía a través de proteínas vegetales se asociaba con una disminución de 23% en el riesgo a desarrollar cáncer de vejiga (65).
Varios estudios caso-control han mostrado que un incremento en el consumo de carne roja se asociaba con mayor riesgo a presentar cáncer vesical (66) mientras que un meta-análisis con más de un millón y medio de participantes no encontró relación entre el consumo de carnes rojas y la aparición de cáncer vesical, sugirió que un elevado consumo de carnes procesadas se correlacionaba con una mayor aparición de cáncer de vejiga (67). Similares resultados se observaron en otro estudio realizado en Estados Unidos (68).
Una de las razones para explicar la mayor incidencia de cáncer vesical con el consumo de carnes procesadas podría ser por la presencia de nitritos utilizados para preservar el sabor y el color de la carne que al combinarse con aminas secundarias de las proteínas formarían nitrosaminas que son conocidos carcinógenos para varios órganos entre ellos la vejiga (69).

Aceite de oliva

Se ha observado que el consumo de aceite de oliva virgen extra se asocia a menor incidencia de cáncer vesical (70).
En un estudio con células de cancer vesical se observó que el aceite de oliva virgen extra inhibía de forma significativa el crecimiento y la movilidad de las células malignas sin afectar a las células normales. También se inhibió la actividad de las metaloproteinasas (MMP-2) que facilitan la invasión del tumor en los tejidos vecinos (71).
En otro estudio en el que se combinó aceite de oliva virgen extra con el quimioterápico paclitaxel se observó que el efecto antitumoral era significativamente superior que cuando se trataban las células malignas de cáncer vesical solo con la quimioterapia (72).

Actividad física

La gran mayoría de las personas con cáncer no cumplen las recomendaciones de realizar ejercicio físico. La actividad física produce efectos beneficiosos en el funcionamiento cardiorespiratorio y del sistema inmunitario, regula la liberación de insulina, ayuda a controlar el peso corporal y mejora la calidad de vida. En 2006 la American Cancer Society desarrollo unas guías sobre nutrición y actividad física para la prevención del cáncer (73). La actividad física puede directa o indirectamente reducir el riesgo de cáncer como el de mama, colon, próstata, endometrio y pulmón.

En un estudio de meta análisis se demostró los individuos con mayores niveles de actividad física estaban mas protegidos contra la aparición de cáncer de vejiga (74). En otro estudio de meta análisis publicado recientemente se observó un incremento significativo de 40% en la aparición de cáncer de vejiga en los individuos con trabajos sedentarios. Además se observó una tendencia a un descenso del riesgo al aumentar la actividad física.
En 9 estudios de cohorte y en 2 estudios caso-control se observó beneficio significativo con la actividad física y en 6 estudios la disminución en el riesgo a presentar cáncer de vejiga se reducía entre 11% y 34% (75). Por otro lado, en los pacientes que habían sido diagnosticados de cáncer vesical, el ejercicio físico se asociaba con menor probabilidad de requerir cirugía radical y con mayor calidad de vida.

En conclusión, la aparición del cáncer de vejiga puede ser reducida notablemente modificando el estilo de vida, el medio ambiente y la exposición a factores ocupacionales. Si esos cambios se producen, el individuo no se beneficiará solamente de una menor incidencia de cáncer de vejiga, sino que todos esos factores también juegan un papel muy importante en otros tipos de cáncer y en otras enfermedades crónicas.

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